El aumento del consumo interno y la alta demanda de emprendedores en México está impulsando el aumento de las franquicias, a juicio de varios analistas, que consideran que éstas crecerán en México alrededor de un 14%.

A pesar de que la economía se repliega ligeramente, las franquicias siguen creciendo y funcionando. Las franquicias mexicanas aportan un 8% al Producto Interior Bruto del país. La inversión en una franquicia puede ser muy variable, desde los 100.000 hasta los 3 millones de pesos, según el sector, las características de la compañía y otros muchos factores.

Las franquicias son un sistema de explotación de negocio que consiste en transmitir una enseña a un franquiciado para que comercialice su marca y sus productos o servicios, basándose en un know-how y unas prácticas probadas y validadas previamente en el mercado.

La primera franquicia que llegó a México fue McDonald's en el año 1985. Desde entonces, el sistema ha ido popularizándose entre las empresas, tanto locales como extranjeras, hasta el punto de que ya se han superado las 1.500 marcas que operan bajo esta modalidad.

Un concepto que debe manejar todo emprendedor que esté mirando adquirir una franquicia es el de las “franquicias chatarra”. Son un riesgo para él como empresario porque, a pesar de que puedan hacer un buen marketing, pueden hacerle perder su dinero y su tiempo.

Una franquicia chatarra es aquella que se ha configurado de forma poco consistente, o cuando el modelo de negocio no está perfectamente validado. La falta de experiencia de los franquiciadores ha servido para crear una red de franquicias que, lejos de ayudar a la expansión de la empresa, destruyen su marca y minan su confianza.

Lo primero para analizar si nos encontramos ante una “franquicia chatarra” es hablar con el empresario o el departamento de franquicias de dicha compañía.

Necesitamos que nos presenten datos, gráficos e información consistente y absolutamente precisa, real y contrastada sobre la historia de la empresa, su modelo de crecimiento y cómo está funcionando su red de franquicias.

También debemos informarnos sobre sus proveedores, procesos de trabajo y la estructura de la plantilla para evaluar por nosotros mismos, con ayuda de un asesor, la consistencia de dicha franquicia.

Un experimento que será de gran ayuda para identificar a una mala franquicia es contactar con otros franquiciados, si los hay, para averiguar si están satisfechos con la compañía o cuáles son sus puntos débiles.

Es lógico pensar que, si nos indican que empezamos a obtener rentabilidad al tercer año, pero hablamos con un franquiciado que lleva más de tres años sin lograr ni de lejos las cifras de crecimiento que le habían prometido, algo está pasando con ese negocio y puede no ser culpa del franquiciado.

Sólo tomando las debidas precauciones podrás evitar invertir tu dinero y tu tiempo en una franquicia inexperta y de alto riesgo.